Arrancamos la segunda jornada después de dormir en un ryokan, el típico alojamiento japonés con la habitación de tatami y un futón tirado en el suelo... eso sí como estábamos tan muertos fue como la mejor de las camas...
El día amaneció espectacular… sol de justicia y 20 grados que fueron el escaparate perfecto para nuestra primera parada, el templo Kinkaku-ji, conocido como “Pabellón dorado”. Uno de esos sitios que te has hartado de ver en fotos y guías sobre Japón pero que aún así cuando lo ves, te deja anonadado. Podríamos haber estado horas contemplando el reflejo sobre el lago, y el contraste entre el azul del cielo, el verde de sus jardines, y el color oro del templo.
El día amaneció espectacular… sol de justicia y 20 grados que fueron el escaparate perfecto para nuestra primera parada, el templo Kinkaku-ji, conocido como “Pabellón dorado”. Uno de esos sitios que te has hartado de ver en fotos y guías sobre Japón pero que aún así cuando lo ves, te deja anonadado. Podríamos haber estado horas contemplando el reflejo sobre el lago, y el contraste entre el azul del cielo, el verde de sus jardines, y el color oro del templo.
Desde allí autobús y siguiente parada, Nijo-Jo, el castillo de Kioto, una muy buena opción para cambiar de aires entre tanto templo, con una arquitectura diferente, que recuerda claramente al palacio imperial de Tokio. En el interior, está muy currado porque tienen unas estancias de tatami decoradas con unas preciosas pinturas, y con maniquíes de "shogun" o señores feudales, sirvientes y samuráis, que simulan las reuniones que tenían lugar hace siglos, y que te hacen viajar a aquella época.
En el exterior, alrededor de la fortaleza, pudimos disfrutar ya de algunos cerezos cuyas flores ya empezaban a dejar ver el tono rosado que envolverá Japón en pocas semanas… va a ser increíble vivir el Sakura!
En el exterior, alrededor de la fortaleza, pudimos disfrutar ya de algunos cerezos cuyas flores ya empezaban a dejar ver el tono rosado que envolverá Japón en pocas semanas… va a ser increíble vivir el Sakura!
Desde la zona centro en la que se encuentra el castillo, nos pillamos un tren rumbo al sureste. Llama la atención que en Kioto la ciudad no gira en torno al tren como lo hace en Tokio.
Allí se encuentra Fushimi Inari, un grupo de santuarios sintoístas, y callecillas con tiendas de souvenirs.
Sin embargo, la razón de tenerlo como un punto imprescindible en nuestra ruta no era realmente el templo, si no los4 kilómetros de torii que se suceden pegadas unas a otras y que ascienden montaña arriba. Es sencillamente increíble… de lo más original y bonito que hemos visto!
Las hay de muchos tamaños, todas con el intenso rojo que caracteriza a los santuarios sintoístas, y cubiertas de inscripciones, las cuáles indican nombres de comercios, ya que éstos pagaban por construir su torii como augurio buena fortuna en los negocios.
Allí se encuentra Fushimi Inari, un grupo de santuarios sintoístas, y callecillas con tiendas de souvenirs.
Sin embargo, la razón de tenerlo como un punto imprescindible en nuestra ruta no era realmente el templo, si no los
Calculando el tiempo que nos quedaba, decidimos que valía la pena repetir la visita al barrio de Gion por el día, ya que la noche anterior estaba muy muerto y no pudimos apreciarlo como merece. Sin duda fue una gran elección... y pudimos degustar el esplendor de todas las casas de madera escrupulosamente renovadas, con mucho más ambiente que por la noche.
Antes de poner fin a nuestra visita, cruzamos el río Kamo, el principal de la ciudad y paseamos una de las calles más famosas de Kioto, Ponto-chó, un estrecho y largo callejón atestado de restaurantes y clubes donde también resulta habitual ver geishas en sus establecimientos, y en cuya zona, la ciudad se vuelve ya mucho más urbana y moderna...
Una curiosidad ... ¿a qué en el Nijo Castle, los maniquís representando al rey y su corte dan el pego y creísteis que eran japos de verdad?
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