jueves, 18 de marzo de 2010

Kioto (2)

Arrancamos la segunda jornada después de dormir en un ryokan, el típico alojamiento japonés con la  habitación de tatami y un futón tirado en el suelo... eso sí como estábamos tan muertos fue como la mejor de  las camas...

El día amaneció espectacular… sol de justicia y 20 grados que fueron el escaparate perfecto para nuestra primera parada, el templo Kinkaku-ji, conocido como “Pabellón dorado”. Uno de esos sitios que te has hartado de ver en fotos y guías sobre Japón pero que aún así cuando lo ves, te deja anonadado. Podríamos haber estado horas contemplando el reflejo sobre el lago, y el contraste entre el azul del cielo, el verde de sus jardines, y el color oro del templo.



Desde allí autobús y siguiente parada, Nijo-Jo, el castillo de Kioto, una muy buena opción para cambiar de aires entre tanto templo, con una arquitectura diferente, que recuerda claramente al palacio imperial de Tokio. En el interior, está muy currado porque tienen unas estancias de tatami decoradas con unas preciosas pinturas, y con maniquíes de "shogun" o señores feudales, sirvientes y samuráis, que simulan las reuniones que tenían lugar hace siglos, y que te hacen viajar a aquella época.




En el exterior, alrededor de la fortaleza, pudimos disfrutar ya de algunos cerezos cuyas flores ya empezaban a dejar ver el tono rosado que envolverá Japón en pocas semanas… va a ser increíble vivir el Sakura!


Desde la zona centro en la que se encuentra el castillo, nos pillamos un tren rumbo al sureste. Llama la atención que en Kioto la ciudad no gira en torno al tren como lo hace en Tokio.
Allí se encuentra Fushimi Inari, un grupo de santuarios sintoístas, y callecillas con tiendas de souvenirs.


Sin embargo, la razón de tenerlo como un punto imprescindible en nuestra ruta no era realmente el templo, si no los 4 kilómetros de torii que se suceden pegadas unas a otras y que ascienden montaña arriba. Es sencillamente increíble… de lo más original y bonito que hemos visto!



Las hay de muchos tamaños, todas con el intenso rojo que caracteriza a los santuarios sintoístas, y cubiertas de inscripciones, las cuáles indican nombres de comercios, ya  que éstos pagaban por construir su torii como augurio buena fortuna en los negocios.



Con un gran sabor de boca, marchamos de allí al siguiente punto de nuestra ruta, Sanjusangendo . Este templo es conocido por albergar las 1001 estatuas de Kannon, diosa con 40 brazos que recuerdan a las imágenes de las religión hindú. La verdad que fue de las pocas cosas que nos decepcionó de Kioto... nos esperábamos algo más espectacular, y no era para tanto... el exterior en cambio sí era chulo...




Calculando el tiempo que nos quedaba, decidimos que valía la pena repetir la visita al barrio de Gion por el día, ya que la noche anterior estaba muy muerto y no pudimos apreciarlo como merece. Sin duda fue una gran elección... y pudimos degustar el esplendor de todas las casas de madera escrupulosamente renovadas,   con mucho más ambiente que por la noche.



Dicen que puede ser uno de los barrios más bonitos de todo Asia, y no extraña... cada rincón merece una foto, y en cualquier momento puede sorprenderte con alguna geisha o maiko a la vuelta de una esquina o entrando y saliendo de una casa a otra....



Antes de poner fin a nuestra visita, cruzamos el río Kamo, el principal de la ciudad y paseamos una de las calles más famosas de Kioto, Ponto-chó, un estrecho y largo callejón atestado de restaurantes y clubes donde también resulta habitual ver geishas en sus establecimientos, y en cuya zona, la ciudad se vuelve ya mucho más urbana y moderna... 



Teniendo como última imagen el contraste de la Torre de Kioto, cogimos el Shinkansen de vuelta a casa, y fuimos asimilando todo lo que habíamos visto, con la sensación de que parece mentira que estando tan cerca de Tokio pueda ser tan diferente… son dos mundos completamente diferentes, razón por la cual, hace de estas ciudades la combinación perfecta para todo viaje a Japón.

1 comentario:

  1. Una curiosidad ... ¿a qué en el Nijo Castle, los maniquís representando al rey y su corte dan el pego y creísteis que eran japos de verdad?

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