Hakone es una de las visitas típicas para cualquiera que viene a pasar unos días a Japón y se queda en los alrededores de Tokio. Es un centro puramente turístico, cuyo atractivo fundamental es el paisaje que se puede contemplar: zona montañosa y muy verde, lagos, y lo más relevante, las vistas del Monte Fuji. Además en esta zona se encuentran numerosos onsen, y museos, siendo el principal uno al aire libre que alberga obras de Picasso y otros artistas de renombre.
Nuestro día comenzó muy temprano, en torno a las 5 de la mañana estábamos pillando el tren. Compramos un ticket combinado que se llama Hakone FreePass y que te cubre la ida y vuelta a Tokio y los diferentes transportes en la zona por unos 5000 yenes. Por supuesto, el tren no es de los rápidos, así que llegar allí se lleva más de tres horitas.
El día era muy frío, pero amaneció bastante claro, por lo que nos las prometíamos muy felices de poder ver perfectamente el Fuji. Sin embargo, aunque en ese momento no lo sabíamos, la mejor vista que pudimos disfrutar de él fue esa desde el tren de camino... a medida que fue pasando el día y nos fuimos aproximando, las nubes lo cubrieron y desapareció absolutamente... ésto suele pasar con el Monte Fuji... muy habitualmente se instala sobre él una maraña de nubes que lo tapan completamente...
Decidimos no ir al museo para intentar llegar cuanto antes al punto más alto antes de que las nubes fueran extendiéndose, por ello, nuestra primera parada fue directamente en Gora. Allí, hay un parque que, probablemente en otra estación del año hubiera merecido la pena, pero que siendo invierno, sin flores, ni hojas en los árboles, no nos dijo mucho. Desde ahí mismo, se coge el funicular, montaña arriba hasta llegar al valle Owakudani. Ésta es una zona volcánica, que está aún activa, por lo que se pueden ver nubes de humo, que a veces se confunden con las nubes, y que son provocadas por las aguas calientes y cargadas de azufre que emanan de las numerosas pozas en los alrededores.
Desde esta zona, si el día está claro, se puede ver el Monte Fuji con claridad, sin embargo, cuando nosotros llegamos el frío era brutal y la niebla cubría gran parte de la montaña.
Lo más típico en esta parada es comprar unos huevos cocidos, y la gracia está en que los cuecen en las pozas sulfúricas, lo que provoca una reacción en la cáscara del huevo que la tiñe de negro. La tradición dice además que comer este huevo hace vivir más años... os podéis imaginar el negocio que tienen allí montado!
Completamente congelados, nos dirigimos a coger el teleférico, que lleva hasta la zona de Togendai, donde comienza el lago Ashi. La vista era muy bonita con el contraste del azul del lago y el verde de los árboles, sin embargo nos seguía faltando el blanco de la corona del Fuji para que fuera perfecto. Al menos dentro de la cabina se estaba calentito!
Al bajarnos, cogimos un barco que hacía el trayecto por el lago, y que no pudimos disfrutar demasiado porque aunque la vista merecía la pena, cualquiera aguantaba en la parte descubierta con los -1º que estaban cayendo. Si veis en la foto a la derecha donde se ven más nubes, ahí detrás estaba el Fuji escondido... la verdad que la foto hubiera sido muy diferente!
Antes de que anocheciera cogimos un autobús hacia un Onsen, los típicos baños japoneses... era la primera vez que íbamos a uno y la verdad que fue una experiencia genial, de lo más curioso... y sentó de maravilla después de tanto frío como habíamos pasado... sin duda fue un buen final para un día que pudo haber sido perfecto si las nubes nos hubieran dado unos minutos de tregua... seguramente lo tendremos que intentar otra vez antes de marcharnos, a ver si hay más suerte...
Di que sí, ahí a enseñar el pito jejejejejeje.
ResponderEliminarChapita, Goyita, iremos no? :P
Me está convenciendo el tema hasta para ir a enseñar el pito, así que imagínate...
ResponderEliminarYa te digo Chapi!!!! Te tienes que animar, que era la leche!!!
ResponderEliminarQué forma de desconectar, eh Pinchito!!! Te quedas como nuevo...
Ya ves que mamones!! os odio!! grrr
ResponderEliminar