sábado, 24 de abril de 2010

Shibuya: un cruce y mucho más

Sin lugar a dudas la imagen del cruce de Shibuya es probablemente la más famosa e impactante de Tokio, y la que mejor describe la idea de una ciudad abarrotada de gente. Sin embargo, recorriendo sus calles se pueden encontrar otras perlas que hacen de esta zona una de las más interesantes...

Este área se encuentra en el oeste de la ciudad, más bien hacia el sur, y como casi todas las zonas más importantes en Tokio, allí se encuentra una de las estaciones principales, en la que confluyen numerosas líneas de tren.


De entre las numerosas salidas, destaca el ajetreo incesante de gente por la salida de Hachiko cualquier día, pero sobre todo los fines de semana. Esta salida se llama de esta manera en honor a un perro, del que cuenta la historia que en torno a los años 20 acudía a diario a encontrarse con su amo a la salida de la estación. Tal fue su lealtad, que tras la muerte del hombre, el perro continúo yendo a diario durante 12 años al punto donde se reunía con él. Como homenaje, hay una estatua del perro Hachiko en dicho lugar, que se ha convertido en un sñimbolo, y en el punto de encuentro más conocido de Tokio.



Esta misma salida es la que desemboca en el famoso cruce. La sensación la primera vez que cruzas por el mismo es indescriptible. En el mismo confluyen cuatro calles con un par de carriles en cada dirección en cada una de ellas, y cuyos semáforos están sincronizados para que se abran y cierren todos a la vez, de modo que la gente pueda ocupar el cruce en todas las direcciones, tanto horizontal, vertical o diagonal.



Se estima que por aquí pasan una media de 1 millón de personas al día, siendo por ello, el cruce más concurrido del mundo. No obstante, los fines de semana esta cifra se supera con creces.


Como si de una batalla se tratase, la gente se va a agolpando en los diferentes semáforos, y en el momento en que la luz para los peatones cambia a verde, la masa arranca desde su punto de salida entremezclándose unos y otros cada uno hacia su dirección, llenando todo el cruce de modo que apenas se ve la calzada. Es una especie de caos ordenado y perfecto, alucinante!

En alrededor de un minuto, lo que era un lugar con una densidad de gente como si de una manifestación se tratara, se vacía, permitiendo que los coches vuelvan a circular como si allí no hubiera pasado nada, mientras las aceras vuelven a llenarse para repetir la operación. Así cada pocos minutos durante todo el día y hasta las 01:00 que termina el tren.


De día o de noche, lo que impresiona del cruce no es solamente la cantidad de gente, sino el entorno. Una enorme intersección rodeada de altos edificios acristalados, con cinco pantallas gigantes exhibiendo anuncios y música a todo volumen, carteles publicitarios por todos lados, las vías del tren circulando a pocos metros, y amplias calles comerciales cubiertas de neones mires hacia donde mires. Hay que pisarlo para sentirlo!


El mejor lugar para ver el cruce, es desde algún punto elevado. El más cómodo es la pasarela de la estación que lleva a la línea Keio, desde donde, tras unos cristales, se tiene una vista buenísima. También desde el Starbucks justo encima del cruce, se tiene una vista privilegiada.

En cambio, el sitio desde donde más flipamos fue desde la planta 25 del hotel Shibuya Excel Tokyu. Ésta fue nuestra última gran sorpresa en Tokio. Estábamos el último día disfrutando del cruce por última vez, cuando nos fijamos de repente en un ascensor acristalado que subía hasta el cielo. Había que intentar subir, y aprovechándonos de que en Japón puedes entrar casi en cualquier sitio sin que pregunten demasiado, aunque ponía que sólo estaba permitido para quienes estuvieran alojados, cogimos el ascensor y nos quedamos sin palabras. Probablemente la mejor vista desde lo alto que hemos visto de la ciudad, Shinjuku se veía espectacular, y desde esta altura, el cruce parecía cubrirse de hormigas en lugar de personas, cada vez que paraban los coches. Espectacular!


Pero Shibuya no sólo es el cruce, si no el ambiente que lo rodea, y la fauna que lo compone. Es el centro de ocio y entretenimiento por excelencia para los más jóvenes, y en sus calles repletas de tiendas y locales comerciales se pueden encontrar numerosas tribus urbanas, todas ellas de lo más fashion, con unas pintillas que no tienen desperdicio.


Uno de los principales culpables de ello es el centro comercial Shibuya 109, símbolo de la moda para las jovencitas de toda Asia, que vienen incluso de China y Corea hasta Japón, con la intención de llenar sus armarios con la ropa de sus boutiques. Son 8 plantas copadas de tiendas, todas ellas únicamente de ropa femenina, con la música a todo volumen, y unas dependientas que parecen sacadas de una pasarela... el espectáculo merece ir recorriendo cada una de las plantas y no precisamente para fijarse en los escaparates! La visita es obligada, al menos para los tíos! De hecho a más de uno que ha venido a visitarnos yo creo que es lo que más le ha gustado de Japón! :))) Lástima que no dejen echar fotos...


Alrededor de Shibuya no hace falta buscar nada especial. Bien quedándote parado en cualquier sitio observando a la gente, o paseando por sus calles sin rumbo, el entretenimiento está asegurado... es imposible aburrirse!


Por supuesto, como casi siempre en Tokio, los contrastes están presentes donde menos te lo esperas. Así, a 200 metros del bullicio y el jaleo del mayor cruce del mundo, te encuentras con un rincón que parece sacado de los años 50. Nonbei Yokocho, son un par de callejones, pegados a las líneas de tren, con pequeños bares en los que no entran más de 4 personas, y que increíblemente permanecen como congelados en el tiempo.



Además se pueden encontrar todo tipo de tiendas, zonas de pachinko, izacayas y love hotels... es seguro una de las zonas que más nos hemos pateado... sitio perfecto de reunión para cervecitas, cenas y karaoke... si tengo que elegir una primera visita para cuando vuelva a poner un pie en Tokio, seguramente sea volver a cruzar en diagonal!

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