domingo, 14 de febrero de 2010

Hiroshima

Aprovechando la visita de Nacho, Chapi y Goya, me he cogido unos días de vacaciones para irnos de ruta... lástima que yo no me pueda sacar el Railpass y tenga que ir pagando a precio de oro cada tren que cogemos!

Como punto de partida pusimos rumbo a la otra punta de la isla, a Hiroshima, a 900km desde Tokio, pero que gracias al Shinkansen se hacen cómodamente en algo menos de 5 horas.

En el momento en que pones un pie en esta ciudad no puedes evitar que te venga a la cabeza la bomba atómica por la que trágicamente se hizo famosa, sin embargo, la primera impresión no es muy diferente a la de otras ciudades japonesas.

El primer lugar que visitamos fue el castillo de Hiroshima, por supuesto reconstruido. El edificio es bastante bonito por fuera, sin embargo el museo que alberga, ni las vistas desde lo alto nos merecieron la pena.

En los alrededores del castillo, la ciudad es bastante fea, con edificios que no guardan relación entre sí, posiblemente debido a la reconstrucción masiva que tuvo lugar tras el ataque nuclear.

Es llamativo el tranvía que recorre la ciudad, algunos de cuyos trenes parecen muy antiguos, probablemente con la intención de mantener en la memoria algo de lo que era Hiroshima antes del bombardeo.

La zona más céntrica, se asemeja al modelo de grandes ciudades japonesas con centros comerciales y calles llenas de bares y restaurantes entre cableado eléctrico y neones.

Como nos alojamos en Miyajima no lo vimos de noche pero tenia pinta de bastante animado...

Al día siguiente fuimos exclusivamente a la zona donde se encuentra el Parque de la Paz, que alberga el Museo Memorial de la Paz de Hiroshima y los símbolos conmemorativos del ataque nuclear que tuvo lugar el 6 agosto 1945.

El principal son los restos de la cúpula Genbaku, que fue el edificio más cercano (150 metros del epicentro) que no quedó arrasado por completo, y que se conserva tal como quedó.

Además, reúne otros monumentos de homenaje, entre los que destaca la llama de la paz, cuyo fuego apagará únicamente en el momento en que ningún país posea armas nucleares.

Este es también el espíritu del Museo. No sólo recordar lo sucedido, sino concienciar para que no vuelva a ocurrir nunca más un ataque similar.

El museo es realmente interesante y sobrecogedor. En él, se cuenta en detalle el porqué se eligió a Japón como objetivo, y la cómo se preparó su ejecución. Sin duda, son las fotos y testimonios, las que hacen que se te encoja el corazón pensando en lo ocurrido hace no tanto tiempo, y como en un segundo se llevó por delante una ciudad y la vida de 140.000 personas.

Estas son las maquetas del antes y después de la ciudad en torno al lugar donde cayó la bomba:

De las muchas cosas impactantes que leímos en el Museo, hay tres cosas, que se me quedaron grabadas profundamente:
- las imágenes de los relojes parados con las 08:15, hora en que tuvo lugar el ataque;
- el hecho de que desde un año antes se tuviera tomada la decisión por parte de EEUU de ejecutar dicho ataque en Hiroshima y que respondiera a la necesidad de justificar el gasto invertido en la investigación nuclear;
- y como la gente escribía sobre las tejas de sus casas aniquiladas el nombre de los miembros de su familia y si estaban vivos o muertos, para que los familiares que no estuvieran en la ciudad durante el ataque, pudieran saber cómo se encontraban.

Por suerte, 65 años después, se puede ver una ciudad resurgida de las cenizas, nunca mejor dicho.

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