domingo, 9 de mayo de 2010

Harajuku y Yoyogi: los domingos de Tokio

No puede haber un mejor plan de domingo en Tokio que acercarse a la zona de Harajuku y al parque de Yoyogi... eso sí, en ocasiones sólo salir del tren en la estación de Harajuku de la línea Yamanote, puede convertirse en toda una experiencia. Es tal la cantidad de gente que se mueve por esta zona los domingos que te puedes encontrar una aglomeración de este calibre al mediodía y en plena calle. Indescriptible!


Desde ahí la ruta comienza al otro lado de las vías, entrando en el Meiji Jingu, el monasterio sintoísta más importante de Tokio. Éste ocupa una gran extensión de árboles, que se encuentran precedidos por una gran toori... atravesando la cuál y tras andar unos minutos se accede al santuario principal.


Aunque siempre hay bastante gente, es un remanso de paz en comparación con el jaleo y las aglomeraciones hacia el otro lado de la estación. Excepto si lo intentas en Año Nuevo... ya que es tradición ir a pedir buena fortuna para el nuevo año y para accder te toca esperar una cola que puede llegar a ser de horas... Por otro lado, es posiblemente el sitio donde más extranjeros ("gaijin") se pueden encontrar por metro cuadrado... siendo uno de los puntos turísticos ineludibles de todo visitante a Tokio.

A las puertas del santutario se encuentran los lavatorios de manos, en los que locales y turistas se purifican antes de entrar en el templo. Primero cogiendo el cazo con la mano izquierda y lavando la derecha, después al revés, y por último de nuevo con la mano izquierda, dejando en este caso algo de agua con la que te enjuagas la boca.


Una vez dentro del recinto del monasterio, en el patio principal, además de numerosos turistas, los domingos se celebran bodas durante toda la mañana, de modo que te puedes encontrar con alguna de las coloridas comitivas envueltas en los tradicionales vestidos sintoístas.
 
 
En el patio están también los habituales motivos religiosos, como las tablillas donde los devotos dejan sus oraciones y peticiones. También en los alrededores del santuario se pueden encontrar mujeres luciendo kimonos, lo que no es demasiado habitual en Tokio, a diferencia de Kioto por ejemplo, donde es más común.


Al interior del santuario no se puede acceder. A las puertas los creyentes practican sus oraciones siguiendo el rito habitual: un par de reverencias, una moneda a la rejilla, una primera palmada, y una segunda en la que las manos se quedan juntas mientras se reza agachando la cabeza... al terminar se despegan las manos, y una nueva reverencia.


Abandonando el monasterio por el mismo lugar llegamos de nuevo al puente de Harajuku, famoso por ser donde se concentran numerosos freaks vestidos con extraños ropajes, para que la gente les hagan fotos a ellos y con ellos, posando de modo extravagante y alcanzando así su momento de notoriedad.


La mayoría de ellos están todos los fines de semana. Según leí por algún sitio, muchos son personas que han tenido carencia de atención, o los típicos a los que todo el mundo dejaba de lado en el colegio... que llevan vidas normales en barrios anónimos durante la semana, pero que los fines de semana alcanzan su momento de gloria tras los objetivo de los turistas.

Desde aquí a pocos metros, se accede al parque de Yoyogi. Éste, pegado al Meiji Jingu, consitituye uno de los pulmones verdes más grandes del centro de la ciudad.

Es el lugar perfecto para pasar un domingo relajado, o no tanto... ya que justo en la entrada comienzas a oír música y ver algunos grupos de gente en corro. Dentro de ellos, los famosos rockabillies de Tokio bailando como locos.


Son espectaculares! Al parecer llevan desde los años 70 reuniéndose cada domingo con sus pintas de rockies y no hacen otra cosa que bailar y beber cerveza, cargados de buen rollo. La verdad que es un hobby bien sano!


Existen diferentes clubs de rockabillies, pero todos ellos conviven en el mismo espacio. Sus "chupas" de cuero indican a cuál de ellos pertenecen. Cada uno hace sonar su música con sus altavoces, y se agrupan en trono a ellos para sacar a relucir sus mejores pasos.


Como si de la peli de "Grease" se tratara, cada club tiene sus chicas con sus chupas, y su jerarquía,  manteniendo una ley de respeto entre sus líderes.


Muchos de ellos son fijos fijísimos... y yendo unas cuantas veces ya te suenan las caras. No pueden faltar en su indumentaria los vaqueros ajustadísimos, las botas negras con las puntas destrozadas y recubiertas de cinta aislante, el peine en el bolsillo del culo con el que retocarse, y la "chupa" de cada club.


Los hay de todas las edades, la mayoría ya talluditos.. y todos bailan de puta madre. Algunos realizan coreografías y bailes coordinados unos con otros que son buenísimos. Además, aunque predominan los tíos, hay algunas chicas que dan un toque de color con sus vestidos, y que los dejan volar a cada vuelta.



Con el ritmo rockero metido en el cuerpo te vas adentrando en el parque, y allí puedes encontrar de todo. Es un sitio perfecto para estar tirado, o pasear y dejarte sorprender por lo que ves a un lado y otro.


Con su rollito alternativo, la realidad es que aquí vale casi todo.. mucha gente se va con su mantel a pasar el día y a hacer picnic, otros a hacer malabares, tocar música, pasear al perro, hacer deporte... en definitiva aprovechar el aire libre en pleno centro de la megaurbe.


Pero sin duda los que más llaman la atención son los grupos ensayando coreografía y performances disfrazados como si de personajes manga se trataran.


Lo hemos podido saborear en casi todas las estaciones: con las hojas doradas en Otoño, con las ramas peladas en Invierno, y con la explosión del florecimiento en Primavera. Cada una de ellas tiene su encanto, sobre todo cuando aparece un rayo de sol.



Con motivo del Sakura, en nuestra última visita, pudimos disfrutar del hanami. Con el parque repleto de gente joven tirada por todos los lados. La cosa se empezó a animar, y entre tambores y yembés aquello se convirtió en una fiesta guapísima, con un ambiente increíble! Al final, acabamos a media noche bailando en una de las numerosas raves desperdigadas por cualquier rincón...


Sin embargo, un domingo cualquiera no suele haber tanta fiesta. Lo normal después de un paseillo por el parque, es dirigirse hacia la zona de Harajuku para enfrentarse de nuevo a las aglomeraciones, y mezclarte entre las diferentes tribus urbanas que abundan por la zona, sobre todo a lo largo de Takeshita Dori. Ésta es una estrecha calle, que los fines de semana es uno de los centros de compras de los más jóvenes en Tokio. Se podría decir que es una especie de Candem Town londinense.



Abarrotada hasta hacer que sea difícil transitar por ella, a ambos lados se van sucediendo tiendas de ropa de todos los estilos imaginables, así como puestos de crepes y una enorme tienda de 100 yenes que es visita imprescindible!. Entre la multitud, te vas topando con todo tipo de personajes con unas pintas que hay que verlas para creerlas, destacando sobre todo el rollo gótico, y las sweet lolitas.


Al final de esta calle, se entra en la zona de tiendas de Harajuku, con un ambiente muy diferente. Una zona residencial de pequeñas casas y estrechas calles casi peatonales, con un rollito underground. A un lado y otro se sitúan tiendas que pueden ser bien de marcas conocidas rollo alternativo, elementos de decoración originales, de ropa de segunda mano bastante exclusivas, e incluso algunas con todo a 700 yenes en las que se acumulan ropa usada y cualquier otro tipo de complemento retro y vintage.


El barrio es muy chulo, tranquilo pero con mucho rollito... de hecho, si hubiéramos tenido que quedarnos más tiempo en Tokio nos hubiera encantado vivir por esta zona... quizás por hacer comparaciones con Madrid, sería un poco el equivalente a la zona de la calle Fuencarral y Malasaña.


Paseando entre estas callejuelas vas a dar a una ancha avenida, que es la famosa Omotesando. Esta es una de las calles de compras más famosas de Tokio donde se encuentran todas las marcas exclusivas que se te puedan ocurrir.. cada fin de semana mareas de gente ocupan sus aceras practicando el deporte nacional en Japón, gastar pasta y consumir!


Atravesándola, se llega a "Cat Street", con un ambientillo muy similar a la zona al otro lado de Omotesando. Bajando por ella, se llega hasta la zona de Shibuya, dónde qué mejor forma que acabar un intenso día con una cervecita.

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