domingo, 23 de mayo de 2010

Ueno: del parque al mercadillo

Ueno es la estación principal al noreste de Tokio. En esta zona se encuentran uno de los parque más importantes de la ciudad, así como uno de los mercados más interesantes. Sin embargo, cuando te alejas un poco del meollo y caminas por los alrededores descubres un área residencial, que respira normalidad y vida cotidiana, alejada del bullicio preponderante en otras zonas de la ciudad...


El parque de Ueno es una de las extensiones verdes más grandes de la ciudad. Allí se dan cita multitud de atracciones y pasatiempos, siendo lugar habitual de paseo para los tokiotas los fines de semana.

Destaca el lago, donde acarameladas parejitas aprovechan para navegar en alguna barquita, o a lomos de los peculiares cisnes de coloridos tonos, frecuentes en este tipo de lugares. El entorno no es precioso, pero sí llamativo, por los edificos que lo rodean.



En el acceso al lago se sitúa uno de los templos que alberga el parque, a cuyos pies, principalmente con motivos de fiestas especiales, suelen establecerse numerosos puestos de comida con llamativos colores, y comidas muy diversas, que son una maravilla.Takoyakis, okonomiyakis, mazorcas de maiz, yakisobas, plátanos bañados en chocolate, algodones de azúcar y otros muchos se pueden degustar por poco dinero...



Otra característica de este parque son sus amplias avenidas, casi todas ellas flanquedas por cerezos, que cuando llega la época del Sakura explotan en tonos rosados, invadidos por gentes de toda la ciudad que tienen en este parque uno de los puntos impresindibles para observar el florecimiento y para disfrutar del hanami.



El parque alberga algunos de los principales museos de Tokio (Museo de Ciencia Naturales, Museo de Arte Occidental, y el Museo Nacional), así como el Zoo más importante de la ciudad. Además, entre sus rincones, se pueden encontrar numerosos motivos religiosos, desde templos, santuarios, pagodas, tooris...


Una cosa más característica del parque, es que hay una zona en la que habitan muchos de los vagabundos de la ciudad. La forma de actuar de los "sin techo" en Japón es radicalmente distinta a la idea que tenemos en Occidente. Fruto de la propia cultura japonesa, en muchas ocasiones son personas que pierden su trabajo, y que por no abordar la pérdida de honor que ello podría suponer para/con su familia, se ven abocados a vivir como vagabundos, sin que en muchos casos las propias familias conozcan tal situación. En todo caso, en los últimos años desde que se rompió el crecimiento económico japonés, el número de vagabundos ha aumentado notablemente de la mano del incremento en el número de desempleados.

En una parte concreta del parque, entre los árboles, se observan pequeñas comunidades con chamizos cubiertos con plásticos azules. Todo se encuentra perfectamente ordenado: ropa tendida, bicicletas apoyadas sobre algún árbol, todas sus pertenencias perfectamente colocadas. Algo que impresiona, es ver como en la mayoría de los casos, tienen un cartón en el suelo rodeando lo que sería su terreno, en el cual se quitan sus zapatos, y se mueven descalzos como si realmente de su casa se tratara. Su comportamiento tanto aquí como en otros sitios no es para nada violento.
 
Abandonando el parque, una cita obligada es adentrarse por uno de los mercadillos más curiosos de la ciudad, Ameyoko. Un laberinto de calles abarrotadas de puestos de todo lo imaginable, que recorren pegadas a las vías del tren el trayecto que va desde Ueno a Okachimachi.



Lo que realmente llama la atención de estas callejuelas es la mezcla de tiendas, productos y gentes que se puede observar. No hay ni orden ni concierto, los puesto más cutres se suceden con tiendas de marcas caras... todo entremezclado, con una vitalidad y un cúmulo de olores, ruidos y colores espectacular.



La estructura de las vías del tren, y las luces de los neones que invaden las calles cuando va cayendo la noche, le dan un toque profundamente industrial... siempre abarrotado de gente caminando en todas las direciones...



Dentro de la diversidad imperante, en determinadas zonas predominan los mismos tipos de puestos... destacando los de productos frescos, principalmente pescaderías y fruterías, donde puedes encontrar todo aquello que se te ocurra, y cuyos tenderos son de lo más simpático.. algunos de ellos, dan la sensación de llevar allí toda una vida...



Pastelerías, restaurantes, sex shops, izakayas, pachinkos, tiendas de electrónica, zapaterías, tiendas de gorros, y sobre todo muchas de ropa, comparten acera, en una sucesión tan extraña como interesante.


Mis favoritas, las tiendas de ropa deportiva, en las que rebuscando entre cajas y montones de ropa puedes encontrar gangas muy guapas... así como zapatillas de todos los modelos y colores imaginables...


Ameyoko es, en definitiva, un lugar impresincible para cualquier visita a Tokio. Para nosotros siempre era un comodín cuando nos apetecía dar una vuelta sin más y dejarnos llevar por la ciudad en sí misma, por sus rostros de a pie y por su ritmo desmesurado...

domingo, 9 de mayo de 2010

Harajuku y Yoyogi: los domingos de Tokio

No puede haber un mejor plan de domingo en Tokio que acercarse a la zona de Harajuku y al parque de Yoyogi... eso sí, en ocasiones sólo salir del tren en la estación de Harajuku de la línea Yamanote, puede convertirse en toda una experiencia. Es tal la cantidad de gente que se mueve por esta zona los domingos que te puedes encontrar una aglomeración de este calibre al mediodía y en plena calle. Indescriptible!


Desde ahí la ruta comienza al otro lado de las vías, entrando en el Meiji Jingu, el monasterio sintoísta más importante de Tokio. Éste ocupa una gran extensión de árboles, que se encuentran precedidos por una gran toori... atravesando la cuál y tras andar unos minutos se accede al santuario principal.


Aunque siempre hay bastante gente, es un remanso de paz en comparación con el jaleo y las aglomeraciones hacia el otro lado de la estación. Excepto si lo intentas en Año Nuevo... ya que es tradición ir a pedir buena fortuna para el nuevo año y para accder te toca esperar una cola que puede llegar a ser de horas... Por otro lado, es posiblemente el sitio donde más extranjeros ("gaijin") se pueden encontrar por metro cuadrado... siendo uno de los puntos turísticos ineludibles de todo visitante a Tokio.

A las puertas del santutario se encuentran los lavatorios de manos, en los que locales y turistas se purifican antes de entrar en el templo. Primero cogiendo el cazo con la mano izquierda y lavando la derecha, después al revés, y por último de nuevo con la mano izquierda, dejando en este caso algo de agua con la que te enjuagas la boca.


Una vez dentro del recinto del monasterio, en el patio principal, además de numerosos turistas, los domingos se celebran bodas durante toda la mañana, de modo que te puedes encontrar con alguna de las coloridas comitivas envueltas en los tradicionales vestidos sintoístas.
 
 
En el patio están también los habituales motivos religiosos, como las tablillas donde los devotos dejan sus oraciones y peticiones. También en los alrededores del santuario se pueden encontrar mujeres luciendo kimonos, lo que no es demasiado habitual en Tokio, a diferencia de Kioto por ejemplo, donde es más común.


Al interior del santuario no se puede acceder. A las puertas los creyentes practican sus oraciones siguiendo el rito habitual: un par de reverencias, una moneda a la rejilla, una primera palmada, y una segunda en la que las manos se quedan juntas mientras se reza agachando la cabeza... al terminar se despegan las manos, y una nueva reverencia.


Abandonando el monasterio por el mismo lugar llegamos de nuevo al puente de Harajuku, famoso por ser donde se concentran numerosos freaks vestidos con extraños ropajes, para que la gente les hagan fotos a ellos y con ellos, posando de modo extravagante y alcanzando así su momento de notoriedad.


La mayoría de ellos están todos los fines de semana. Según leí por algún sitio, muchos son personas que han tenido carencia de atención, o los típicos a los que todo el mundo dejaba de lado en el colegio... que llevan vidas normales en barrios anónimos durante la semana, pero que los fines de semana alcanzan su momento de gloria tras los objetivo de los turistas.

Desde aquí a pocos metros, se accede al parque de Yoyogi. Éste, pegado al Meiji Jingu, consitituye uno de los pulmones verdes más grandes del centro de la ciudad.

Es el lugar perfecto para pasar un domingo relajado, o no tanto... ya que justo en la entrada comienzas a oír música y ver algunos grupos de gente en corro. Dentro de ellos, los famosos rockabillies de Tokio bailando como locos.


Son espectaculares! Al parecer llevan desde los años 70 reuniéndose cada domingo con sus pintas de rockies y no hacen otra cosa que bailar y beber cerveza, cargados de buen rollo. La verdad que es un hobby bien sano!


Existen diferentes clubs de rockabillies, pero todos ellos conviven en el mismo espacio. Sus "chupas" de cuero indican a cuál de ellos pertenecen. Cada uno hace sonar su música con sus altavoces, y se agrupan en trono a ellos para sacar a relucir sus mejores pasos.


Como si de la peli de "Grease" se tratara, cada club tiene sus chicas con sus chupas, y su jerarquía,  manteniendo una ley de respeto entre sus líderes.


Muchos de ellos son fijos fijísimos... y yendo unas cuantas veces ya te suenan las caras. No pueden faltar en su indumentaria los vaqueros ajustadísimos, las botas negras con las puntas destrozadas y recubiertas de cinta aislante, el peine en el bolsillo del culo con el que retocarse, y la "chupa" de cada club.


Los hay de todas las edades, la mayoría ya talluditos.. y todos bailan de puta madre. Algunos realizan coreografías y bailes coordinados unos con otros que son buenísimos. Además, aunque predominan los tíos, hay algunas chicas que dan un toque de color con sus vestidos, y que los dejan volar a cada vuelta.



Con el ritmo rockero metido en el cuerpo te vas adentrando en el parque, y allí puedes encontrar de todo. Es un sitio perfecto para estar tirado, o pasear y dejarte sorprender por lo que ves a un lado y otro.


Con su rollito alternativo, la realidad es que aquí vale casi todo.. mucha gente se va con su mantel a pasar el día y a hacer picnic, otros a hacer malabares, tocar música, pasear al perro, hacer deporte... en definitiva aprovechar el aire libre en pleno centro de la megaurbe.


Pero sin duda los que más llaman la atención son los grupos ensayando coreografía y performances disfrazados como si de personajes manga se trataran.


Lo hemos podido saborear en casi todas las estaciones: con las hojas doradas en Otoño, con las ramas peladas en Invierno, y con la explosión del florecimiento en Primavera. Cada una de ellas tiene su encanto, sobre todo cuando aparece un rayo de sol.



Con motivo del Sakura, en nuestra última visita, pudimos disfrutar del hanami. Con el parque repleto de gente joven tirada por todos los lados. La cosa se empezó a animar, y entre tambores y yembés aquello se convirtió en una fiesta guapísima, con un ambiente increíble! Al final, acabamos a media noche bailando en una de las numerosas raves desperdigadas por cualquier rincón...


Sin embargo, un domingo cualquiera no suele haber tanta fiesta. Lo normal después de un paseillo por el parque, es dirigirse hacia la zona de Harajuku para enfrentarse de nuevo a las aglomeraciones, y mezclarte entre las diferentes tribus urbanas que abundan por la zona, sobre todo a lo largo de Takeshita Dori. Ésta es una estrecha calle, que los fines de semana es uno de los centros de compras de los más jóvenes en Tokio. Se podría decir que es una especie de Candem Town londinense.



Abarrotada hasta hacer que sea difícil transitar por ella, a ambos lados se van sucediendo tiendas de ropa de todos los estilos imaginables, así como puestos de crepes y una enorme tienda de 100 yenes que es visita imprescindible!. Entre la multitud, te vas topando con todo tipo de personajes con unas pintas que hay que verlas para creerlas, destacando sobre todo el rollo gótico, y las sweet lolitas.


Al final de esta calle, se entra en la zona de tiendas de Harajuku, con un ambiente muy diferente. Una zona residencial de pequeñas casas y estrechas calles casi peatonales, con un rollito underground. A un lado y otro se sitúan tiendas que pueden ser bien de marcas conocidas rollo alternativo, elementos de decoración originales, de ropa de segunda mano bastante exclusivas, e incluso algunas con todo a 700 yenes en las que se acumulan ropa usada y cualquier otro tipo de complemento retro y vintage.


El barrio es muy chulo, tranquilo pero con mucho rollito... de hecho, si hubiéramos tenido que quedarnos más tiempo en Tokio nos hubiera encantado vivir por esta zona... quizás por hacer comparaciones con Madrid, sería un poco el equivalente a la zona de la calle Fuencarral y Malasaña.


Paseando entre estas callejuelas vas a dar a una ancha avenida, que es la famosa Omotesando. Esta es una de las calles de compras más famosas de Tokio donde se encuentran todas las marcas exclusivas que se te puedan ocurrir.. cada fin de semana mareas de gente ocupan sus aceras practicando el deporte nacional en Japón, gastar pasta y consumir!


Atravesándola, se llega a "Cat Street", con un ambientillo muy similar a la zona al otro lado de Omotesando. Bajando por ella, se llega hasta la zona de Shibuya, dónde qué mejor forma que acabar un intenso día con una cervecita.

miércoles, 28 de abril de 2010

Templo de Zojoji y Tokyo Tower

Como ya hemos contado en alguna ocasión, lo más relevante de Tokio no son sus barrios tradicionales y sus templos, como pueda ser en Kioto, ya que la mayor parte de los mismos fueron destruidos durante la II Guerra Mundial. Sin embargo, el templo de Zojoji se considera como uno de los tres templos más importantes de la ciudad, junto con el Meiji Jingu y el Senso-ji.

Aunque se fundó en 1393, se trasladó al lugar que ocupa en la actualidad a finales del siglo XVI, convirtiéndose en uno de los templos principales durante la época Edo.

Está en el sureste de Tokio, a unos diez minutos andando desde la estación de Hamamatsucho. Desde el mismo se puede ir paseando hacia la zona de Shimbashi en dirección sur, hacia el este dirección Hibiya Koen y Palacio Imperial, y muy cerca también del área de Roppongi.
En realidad este recinto budista está compuesto de numerosos templos y otros símbolos religiosos, entre los que destaca el templo principal, cuya imagen con la Tokyo Tower al fondo es una de las fotografías que se pueden encontrar en todos los folletos de Tokio.


No cabe duda que el contraste entre ambas edificaciones es bastante impactante, del mismo modo que ocurre en los alrededores con los templos y edificios religiosos compartiendo escenario con modernos rascacielos.


Los símbolos religiosos se agrupan alrededor del templo principal. Destacan su  puerta de acceso, los pequeños templos y residencias para los monjes y peregrinos que acuden a los actos religiosos, así como el cementerio que se puede encontrar a la espalda del templo, o la gran campana que se encuentra a la entrada. Todo ello, lo pudimos ver abarrotado de gente y vestido de gala el día de Nochevieja, ya que fue en este templo donde recibimos al 2010.


Pero sin duda la zona más especial del templo de Zojoji es la ocupada por los Warabe Jizo. Éstas son unas estatuas con apariencia de pequeños niños, ordenadas en hileras, y adornadas con ropas infantiles y molinillos de llamativos colores.



En cambio, lo que a primera vista es una imagen estéticamente muy bonita, te deja un sabor de boca un poco de mal rollo cuando sabes el motivo por el que se encuentran todas ellas en este lugar.

Son un homenaje a los hijos no nacidos. Es decir a aquellos niños que mueren antes de nacer. Por ello todas ellas tienen su nombre inscrito en la espalda, y están cubiertas con gorros, baberos u otro tipo de complementos. Todas juntas, con el aire haciendo girar los molinillos y envueltas en esa explosión de color, hacen que a pesar de su significado, configuren una imagen preciosa.



En ocasiones, puedes incluso encontrar algunas de ellas cuyos "padres" visten con ropas de marca o que depositan juguetes y objetos especiales junto a ellas. Es realmente impactante.


A pocos metros de aquí, nos situámos bajo la Tokyo Tower.

Si ya os contábamos que los tokiotas tienen una copia de la Estatua de la Libertad, no se conforman con ello, y también tienen una réplica de la Torre Eiffel de París. Fue construída en 1958, y con sus 333 metros de altura, algo más que la francesa, se convirtió en el edificio de acero más alto del mundo.


Es como nuestro "Piruli", y desde allí emiten su señal la mayor parte de los canales y emisoreas. Además en la misma se puden encontrar desde tiendas, cafeterías, así como uno de los considerados mejores puntos de observación de Tokio. Nosotros al final no subimos a comprobarlo.

La torre está pìntada en naranja y blanco, sin embargo por la noche es iluminada de diversas formas. Desde un intenso color rojizo, a tonos más moradosy azulados... cambiando de color según la ocasión. Además se utiliza para mostrar algún mensaje como la entrada en el 2010.


Debido a su altura, es visible desde numerosos puntos de la ciudad, siendo protagonista de las vistas desde los principales observatorios, o desde casi cualquier punto cercano a la bahía o al centro de la ciudad.